La cama, no solo para dormir

Acuarela de James McNeill Whistler, 1884.

Iniciar el sueño requiere una transición de un estado activo de vigilia a un estado de sosiego que permita a los sistemas de sueño tomar el control de la consciencia y llevarnos a la transitoria y reparadora inconsciencia que conocemos como dormir. Ese paso de un estado de vigilia a uno de somnolencia puede alcanzarse de diferentes maneras. Leer, escuchar música de compases lentos, hacer el amor, pueden ayudar exitosamente a realizar ese tránsito*.

Esta acuarela de James McNeill Whistler titulada Resting in bed, con tan bien lograda atmósfera intimista, me recuerda el placer de leer en cama lo que cada día hacemos menos los citadinos dada la presión del trabajo y los quehaceres cotidianos. De hecho, una lectura agradable puede conducirnos a un buen sueño y es una buena forma de culminar un día. El placer de pasar las páginas de un libro, mirar las ilustraciones, transportarnos a otras realidades, ayuda a desenfocarnos de las  diarias preocupaciones y a ampliar nuestro universo. A diferencia de la televisión, que estimula con la luz intensa, la imagen y el sonido, el contacto silencioso entre el lector y la historia, apacigua. Por supuesto, no estoy hablando de tramas detectivescas o literatura de horror sino de crónicas, cuentos, ensayos, biografías o poemarios.

Los poemas, cuentos y ensayos cortos son géneros muy apropiados para esta hora del día, pues son de lectura corta y podemos apagar la luz con una buena imagen, sentimiento o reflexión. Uno de esos libros que como ejemplo recomiendo es “Vivir adrede” del escritor uruguayo Mario Benedetti. Está integrado por ensayos cortos, reflexivos en un lenguaje poético, con metáforas hermosas, que nos dejan una emoción cálida y placentera. Les dejo un enlace que conduce a las primeras páginas de la obra.

«Vivir adrede» de Mario Benedetti, primeras páginas, http://goo.gl/CcW03f

*“Calmar la mente y el cuerpo: Ese es el secreto” – amplía el tema en este mismo blog.

El Sueño [Le rêve]

Imagen
Le rêve, óleo 1883, Pierre Puvis des Chavannes

Esta hermosa obra pictórica, del simbolismo francés, representa a un joven soñando con el amor, la gloria y la fortuna. Su autor, Pierre Puvis de Chavannes (1824-1898) fue un pintor muy exitoso en su tiempo, que abordó grandes decoraciones en edificios públicos de Europa y Estados Unidos. Concitaba al mismo tiempo elogios y furibundas críticas; su éxito y proximidad a las altas esferas disgustaban a muchos pintores impresionistas que estaban pugnando simplemente por subsistir. Sin embargo, maestros como Gauguin y Picasso, así como el grupo de los Nabis, admiraron a Puvis por su fantasía y por el uso libre que hacía del color y de las formas.

Su técnica favorita fue el óleo sobre lienzo, pero con una característica que lo hacía muy especial, que era la de simular el fresco. Organizaba las obras sobre telas de gran formato que luego encolaba a las paredes. Se dedicó a simplificar el dibujo y en la aplicación del color, trabajaba a base de grandes superficies de un mismo tono, que se pueden considerar el anticipo de Paul Gauguin.

Sus temas estaban inspirados en la mitología, la historia y la literatura. Sus obras presentan una atmósfera de quietud, en las que parecen visiones que van más allá del tiempo y del espacio.

Cuando fue presentado el Sueño de Pierre Puvis de Chavannes, en el Salón de los artistas franceses de 1883, el catálogo que acompañaba la exposición precisa el tema representado: ¡El Sueño! «Se le aparece, en su sueño, el Amor, la Gloria y la Riqueza».

Bajo un bello claro de luna, un hombre joven, probablemente un viajante como lo deja suponer el petate junto a él, se ha dormido al pie de un árbol. Se le aparecen tres mujeres jóvenes, volando por el cielo estrellado: la primera con rosas en la mano evoca el Amor, la segunda levantando la corona de laurel de la Gloria, mientras que la última esparcía las piezas de la Fortuna. El paisaje está evocado con una gran economía de recursos. Las formas de los distintos componentes del paisaje están extremadamente simplificadas y se convierten en grandes zonas coloreadas en emplastes.

Puvis de Chavannes utiliza una paleta reducida, con tonalidades mates, tan sólo iluminadas por la media luna. El pintor recupera en este cuadro de caballete, el lenguaje plástico de las grandes composiciones decorativas que le hicieron famoso.

Etienne Moreau-Nélaton, gran admirador de Puvis de Chavannes adquirió el Sueño en 1899. Tras la generosa donación consentida por el coleccionista, el cuadro integró las colecciones nacionales, a partir de 1906.

Bibliografía:

Página WEB del Museo d’Orsay: http://www.musee-orsay.fr/es/colecciones/obras-comentadas/busqueda/commentaire_id/le-reve-375.html?no_cache=1

Wikipedia, la enciclopedia libre: http://es.wikipedia.org/wiki/Pierre_Puvis_de_Chavannes